jueves, septiembre 27, 2007

...

10 parroquianos

Ya se nos ocurrirá algo...

martes, septiembre 11, 2007

Internachional

2 parroquianos

sábado, septiembre 01, 2007

Reservado (3/3)

12 parroquianos

Era viernes y Samblas se preparaba para el fin de semana, juerga, fútbol, cervezas… dormir, comer, etc. ¡Ah! sí, y a comprar el boleto, casi me lo olvidaba. Él, aunque todavía dudaba, se recordaba. La vieja, por su parte, tejía a croché recuadros de lana, de distintos colores. Ese era su panorama para el fin de semana.

¿Cómo se espera la suerte? Tomado cerveza en el entretiempo. Así se fue de copa en copa… Luego jugó Boca y ese partido sí que mejoró en entereza de los jugadores. Luego siguió con ginebra, pero por más perfume que su copa llenara no había caso con Racing, ni daba pié con bola… ni para atrás ni para adelante. Llegó el turno de River y de nuevo se animó el living de la casa. Otra ginebra y del boleto ni recuerdo. Cada uno se construye su infierno. Recordaba Samblas. Pero no se acordaba del paraíso y de la suerte del boleto. Paradojalmente el trago le cambio el switch; del pensamiento mágico a la abstracción digna del filósofo más concreto, siguió con los cánticos regionales de su natal pueblo, ofreciendo amor y buenos deseos a todos sus hermanos y, antes de caer sobre la mesa de centro, romper el vidrio y partirse la cabeza, alcanzó a proferir algunos insultos a la autoridad, “con todo respeto” decía él, “porque no estoy en mai cantri”, remedaba a los gringos, “pero estos hijos de puta se lo han robado todo, incluso mi premio”. Agregó finalmente.

Al despertar en el hospital del municipio de Casanova le pidieron que dejara tranquila a la enfermera y le dijeron que lo que tenía en la cabeza no era nada grave, que en un par de días podría volver a su casa. Gordo porfiado, se levantó, le agarró el trasero a la enfermera y se retiró del hospital. El médico lo detuvo en la puerta y le dijo que todavía no le daba el alta. Él le contestó que se la podía meter por donde quisiera pero que se iba de esa basura de hospital, que en su país la atención era mucho mejor y que las enfermeras eran más cariñosas. Así que se fue. Samblas salió del hospital y cuando tornaba la primera esquina se encontró con un quisco donde se mostraban los resultados de la lotería. Revisó el número ganador: 4815162342. ¡Era su número! ¡Era el ganador! no lo podía creer. Tomó un taxi hasta su barrio y luego hasta el negocio de la vieja… Ahí estaba ella, tejiendo su croché detrás del mostrador.

- Dónde está mi boleto.
- Qué boleto, lo esperé hasta el domingo por la mañana y usted no apareció así que lo vendí a un señor un poco insolente que insistió en querer comprarlo.
- ¡¿Pero usted está loca?!
- No, sin insultos por favor.
- ¿Qué día es hoy?
- Martes ¿Por qué tanto escándalo?
- ¡Porque el maldito boleto era el ganador del premio de “Reyes”!
- N o l e p u e d o c r e e r.
- ¡¡Créalo nomás vieja de mierda!!… ¡¡toda la vida esperando y!!… ¡¡¿se da cuenta?!!



Muchos años después volví a encontrarme con el gordo. Se casó. Tuvo su correspondiente prole y me contó que nunca, desde aquella fecha, dejó de comprar el boleto correspondiente. Además, agregó otros sorteos que seguía “religiosamente”. 20 años llevaba en esa historia y lo único que encontraba en cada sorteo era un: “siga participando”. Hasta que un día lo pilló el cáncer que le hizo entender la ironía de los resultados de los juegos: "siga participando".

La vieja, bueno, esa es otra historia que está terminada en otro cuento.

Y el ritmo, el ritmo es una excusa para inventar otra historia.