viernes, enero 27, 2006

MISERABLES

2 parroquianos

¿Cómo se le llama a alguien mezquino o que escatima el gasto?
Miserable

¿Cómo se le llama a alguien perverso, abyecto o canalla?
Miserable

Me acuerdo de ese personaje del Señor de los Anillos llamado Smegol, era un personaje patético y miserable. Despreocupado del resto y centrado en sí mismo, que tranza a cualquier costo la posesión del anillo.

Hay otros seres terrenales que hacen lo mismo y por cuestiones menores; por un puesto de trabajo son capaces de traicionar a un amigo o morder la mano de quién le enseño el oficio.

Algo tiene en común este tipo de personajes. En general son de elaboraciones cognitivas bastante simples, son segundones en lo que hacen y retraídos, sin decir con esto que las personas retraídas sean como estos personajes. También, me parecen que son muy inseguros de sí mismos y además de poseer una personalidad bastante pequeña, se tienen una autoestima muy baja.

Recuerdo que en Argentina, luego de la dictadura que los afectó y ante la indulgencia de la justicia con los asesinos de ese lamentable periodo, muchas personas, sin tomar la justicia por sus manos, decidieron declarar a esos macarras personas como “non gratas”. Es el caso del Angel de la muerte o, también llamado, el Señor de las monjas voladoras (Alfredo Astiz), en la ciudad de Vicente Lopez (RESOLUCIÓN N°: 88/2000 Ref. Expte. N° 1512/2000 H.C.D.), o del torturador Héctor Antonio Febres (Selva) en Concordia, provincia de Entre Rios. Para su infortunio, se produjeron dos movimientos que si bien no son los ideales en un estado de derecho al menos se acerca a una instancia que genera tranquilidad y confianza, más que en la institución que debe proveer justicia, en las personas que integran nuestra sociedad, en el sentido que sintieron la responsabilidad generar alternativas para procurarse justicia . Por una lado, en cada lugar donde llegaba a vivir estos personajes se les declaraba, como señalaba, personas “non gratas”. De esta forma tuvieron que cambiar permanentemente de domicilio. Por otra parte, desde el extranjero se les solicita la extradición (desde suecia en el caso de Astiz). Es decir, el asunto no era tan fácil para ellos como decir: - me voy a vivir al extranjero. Porque sobre ellos pesaba, orden de captura internacional. En consecuencia, lo que logran ambos movimientos es “achicarles el mundo” o, en otras palabras: que vivan su impunidad… - pero aquí no. Gritan unos y - acá tampoco. Gritan los de más allá.

Como se puede invertir la dialéctica (Hegel à Marx), aquí también se puede invertir la culpa: en vez de un movimiento que va de adentro hacia fuera, forzarlo para que vaya de afuera hacia adentro.

Andar arrancando por el mundo con unos millones en los bolsillos, no pagar los impuestos y hacer una escandalera por ello, parece un asunto de, al menos, muy mal gusto. Lo increíble de todo esto es que se le esta enjuiciando por evasión tributaria de algo más de 400 millones de pesos, porque los miserables, igual que Al Capone, no pagaron los impuestos de dineros que no se tiene absoluta claridad de cómo fueron habidos. Todo esto es la punta del iceberg, imaginen que la punta que asoma de estos bloques de hielo es un octavo del cuerpo total y lo que se ha descubierto de este sujeto y su clan, hasta el momento, son 27 millones de dólares, multipliquen por ocho entonces.

Miserable, antiestético. Millones más, millones menos, al final da lo mismo, lo importante son los movimientos que se pueden producir como los que acorralan a Astiz. Sin embargo, en el caso de estos tránsfugas es tan patético el asunto que son ellos mismos los que se van acorralando: usar la figura del asilo político para proteger sus cuentas o millones, los va encerrando no sólo en términos territoriales sino también en términos discursivos. Asilo se solicita cuando a partir de un pensamiento político, religioso o cultural se corre el riesgo de perder la vida o sufrir vejámenes físicos, la señora que lo solicitó con suerte piensa. Finalmente, el dinero es un medio simbólico de intercambio y si un movimiento no les reconoce la legitimidad de ese dinero, lo más probable es que no van a tener donde gastar lo que para ellos es su bien más preciado: su fortuna monetaria. Y como son tan miserables, sin ese dinero van a quedar convertidos en nada y develados en su ruina moral.

No me gusta andar deseándole el mal a la gente, pero no puedo dejar de sentir algo muy cercano a ello en el caso de estos ladrones.

viernes, enero 20, 2006

Alteridad y diferencia

1 parroquianos

A veces me sucede que cuando busco algo en Internet termino encontrando otras cosa, interesantes, pero no las que inicialmente buscaba. Incluso a veces se me olvida el motivo inicial de la búsqueda y, absorto por determinados hallazgos, me cuesta recordar la causa del primer impulso. A propósito de ello, el otro día buscaba definiciones acerca de la “descripción densa” y me encontré con un artículo de un filósofo de la U. de Chle, titulado “El Sentido y El Otro”, ahí se hace un análisis de conceptos como sentido y significado; alteridad y diferencia de Geertz, Deleuze y Baudrillard. En particular me interesaron dos cosas: una, que por fin puede entender al oscuro señor Deleuze, hace muchos años leí (más bien traté) un libro de él y Guatarí, titulado “El antiedipo”: ¡No entendí nada!. (en aquella época me daba un poco de pudor confesarlo, ahora me da lo mismo), Si Lacan a ratos se hace pesado, este señor con sus máquinas deseantes, producción, psicosis de producción, etc. es realmente insufrible. Me daba la impresión que estaba en una competencia en donde se trata de escribir cuestiones que se podrían expresar de una manera sencilla como: aquella persona cruzó la calle, pero de una forma que nadie le entendiera o bien complicada como: aquel sujeto cargando su humanidad, dirigió sus extremidades inferiores, una después de la otra, con dirección “hacia delante” para enfrentar la carpeta asfáltica y traspasar el eje de la calzada. Una cosa así, absurdo.

La segunda es la distinción que se hace a partir de los conceptos de “alteridad” y “diferencia”, u “Otro” y “otro”. Esa distinción permite hacer el análisis en relación al por qué no nos creemos racistas (el nos se refiere a nosotros ciudadanos de este país). Es cierto que parte de la explicación es que no tenemos la oportunidad de serlo. Es decir, no tenemos la oportunidad de serlo porque en este país prácticamente no hay personas de “raza negra”. En este sentido, los conceptos referidos en el ensayo permiten comprender que en parte de nuestra configuración de la alteridad están las personas de raza negra y que nos ufanamos de nuestra tolerancia a la diversidad. Sin embargo, es un discurso falaz y triste: en la alteridad, o como diría Foucault de la Stultifera Navis, los locos estan “a” (fuera del circulo) la distancia y por eso son aceptados por el pueblo. El problema es cuando los distintos cruzan la línea de la circunferencia y se sitúan “en” la distancia (dentro del círculo), ahí la cosa cambia y pasamos a hablar de la diferencia, o del otro y a disputar los mismos intereses. Es ahí donde la tolerancia se puede ver como un verdadero valor. Hacer la referencia a las personas negras es un facilismo que permite escapar al tema, pero basta recordar que en nuestro país existen algunas étnias a las que no tratamos muy bien en el norte o sur de nuestro territorio, o que decir de los niños que provienen de hogares de escasos recursos y sufren violencia por parte de sus cercanos y cuyos profesores los etiquetan como hijos de delincuentes y que, por tanto, es poco lo que se puede hacer con ellos. ¿No hay ahí una falta de tolerancia?, ¿no hay ahí una falta de compresión de la diferencia?

miércoles, enero 18, 2006

Aquí develamos el misterio de la Santísima Trinidad

0 parroquianos


UNO

En el libro “Mito y Significado”, Claude Lévi-Strauss hace una referencia a la Biblia y el relato que se construye en relación al nacimiento de Cristo y Juan Bautista. El autor hace un paralelo entre la construcción de un mito peruano, las raíces que se pueden encontrar de él en la culturas originarias del Canadá y el evento del nacimiento del Mesías Cristiano. La semejanza en los eventos del nacimiento de hijos gemelos, con labios leporino y la partidura del labio de los conejos ser relacionan en cuanto al significado del nacimiento de los personajes a los que se alude al comienzo. Más allá del contenido que tiene para el cristianismo, la importancia del paralelo que hace Lévi-Strauss tiene que ver con la forma en que los pueblos construyen los mitos y el significado que ellos atribuyen a esos eventos del nacimiento de seres sobrenaturales o bajo el signo de héroes. Ambos, Juan Bautista y Jesús nacieron bajo ese signo y en condiciones similares, ambos fueron anunciados por una voz y ambos padres quedaron sin voz al conocer la noticia.

En realidad da lo mismo si el hecho ocurrió realmente o no, lo importante en el análisis de la construcción de los mitos es lo que ocurre con las representaciones, significantes y significados; lo que ocurre con la circulación de las historias y como los pueblos estructuran conductas en relación a ellos. Los pueblos se mueven no sólo por intereses de eficiencia y eficacia en la procuración de los medios de subsistencia, también surgen otro tipo de intereses referidos a explicarse los sentidos de las cosas, la trascendencia, la muerte, etc. con ello surgen formas de representarnos las cosas y de entregar significantes a través de distintos medios pero que en lo fundamental adquiere la dinámica de un fenómeno dialéctico, donde no es crucial quien hace el relato sino como circula.

El estructuralismo es, por decirlo de forma simple y breve, la manera en que se da cuenta de un fenómeno desentrañando lo que contiene como sistema o estructura. Lo que predomina en esta epistemología es develar la forma en que se estructuran los fenómenos más que el contenido mismo de los fenómenos. Esto último no significa que el estructuralismo carezca de contenido, por el contrario, su contenido radica en describir e interpretar las formas de los demás fenómenos. En la analogía con la lingüística lo que el estructuralismo hace es dar cuenta de los significantes y la interpretación de esas cadenas de significantes es el significado entregado por el estructuralismo, lo cual puede llevar también a una paradoja (cómo se interpreta a sí mismo). Para ilustrar lo que se argumenta, desde el psicoanálisis podemos tomar un ejemplo: la histeria se expresa a través de una sintomatología que puede ser bastante compleja dependiendo de la profundidad de la misma, los síntomas tienen contenidos manifiestos que se traducen en la queja de un sujeto, se expresa en filigranas o accesorios de lo que esta latente como malestar y que mientras sea el producto de la histeria no logra estructurarse en demanda. Cuando logra se develar el contenido de la demanda siempre se encontrará que los multifacéticos contenidos de la queja hacen alusión a una única demanda que siempre es por amor, amor del Otro.

DOS

En los colegios católicos y en particular en mi experiencia en un colegio jesuita muchas veces se hizo mención, como parte de la enseñanza que me entregaron, al misterio de la Santísima Trinidad. Se trata y creo no develar ningún misterio -valga la redundancia en el uso del concepto- en que Dios es uno y tres al mismo tiempo, UNO compuestos por El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo a la vez y siendo uno.

La categoría de misterio se inaugura, al menos en mi caso, con la siguiente historia: San Agustín, en un día de paseo por la playa oportunidad en que reflexionaba acerca de este misterio, se encuentra con un niño que viene y va, del y hacia el mar llevando un recipiente con agua hacia un hoyo. Al ver este hecho, San Agustín pregunta al niño qué es lo que trataba de hacer y éste le responde: - / tratando de meter el mar en ese hoyo /. Sorprendido el Santo, le responde que eso es imposible y el niño replica que es más fácil llenar el agujero que tratar de descifrar el misterio de la Santísima Trinidad.

Hay dos hechos más respecto de este misterio que comienzan a ser desentrañados en mis divagaciones. Antes de continuar quisiera aclarar que cuando me refiero a desentrañar implica descubrir cuál es la función y significado que tiene este hecho que permite su trascendencia y de ninguna manera pretendo desentrañar el misterio religioso.

El primer hecho es una película que por la particular crudeza con que es tratado el hijo del Dios, producto de la conspiración de los representantes de los judíos de la época, muestra la carne y sangre de las torturas a las que es sometido. Aquí aparece el primer grupo de significantes: La carne, el cuerpo, la sangre, o, el significante que usaré: La Real.
Una advertencia, lo real no es entendido como realidad o lo que estaría entre los simbólico y lo imaginario, por el contrario, es justamente lo que no esta entre estos dos, es decir, lo que no encaja o no se puede situar y a la vez es lo vívido fuera de la construcción simbólica.

El segundo hecho se relaciona a esos eventos que no pueden ser eludidos, sobre todo si una hija le solicita a su padre que le acompañe en su camino a convertirse en cristiano. Hecho que no comparto pero acepto en tanto es una decisión que, dentro de su conciencia, ha tomado por ella misma. Me refiero a que ella ha elegido cumplir con el rito cristiano del bautismo y la comunión.

El acompañamiento ha implicado asistir a clases de catequesis… si no fuera por el alto interés sociológico que reviste el tema de la catequesis, en cuanto los participantes pertenecen a una cultura que permite entender una serie de conductas, actitudes y creencias, la verdad sea dicha el asunto sería una soberana lata. Pues bien, en uno de los episodios de la catequesis se trató el tema del Espíritu Santo. Tema ampliamente profundizado por los curas durante mi permanencia en un colegio jesuita. Nunca me había llamado tanto la atención como en ese momento, en el de la catequesis y creo que tiene que ver con el interés sociológico y con lo que desde el sentido común aportan los participantes como construcción de imaginario respecto de lo que es esta figura del Espíritu Santo. De manera muy sencilla, y no tan alambicada como los jesuitas, la catequista y los padres que la secundaban pusieron en su explicación al Espíritu Santo como flamas que se posicionan sobre los sujetos, cada uno de los cristianos, cada uno de los que tienen fe.

Creo relevante hacer un meta-análisis acerca del sentido que cobra a partir de las representaciones simples y no de las complejas. Ciertamente, la religiosidad es un fenómeno que se constituye en la práctica y que se manifiesta en su estado puro en las configuraciones que hacen todas las personas acerca de ella. La religión es un punto de capitón y, por lo mismo, debe ser simple. Tengo la impresión que nada puede estar más lejos de genuino sentido de la religiosidad que la “academia religiosa” (es por ponerle un nombre al ejercicio teórico que hacen los curas) o si se prefiere a la teología. Sin duda que alimenta, orienta o guía a los feligreses, pero nubla la visión acerca de la función religiosa inmanente al sentido común.

Las flamas posicionadas sobre las cabezas de los creyentes representan la Fe en algo. El Espíritu Santo es parte del misterio de la Santísima Trinidad y como tal se le ha puesto en el sitial de lo velado, imposible de descubrir; como parte del misterio o del sistema, pero develado en sí mismo. Lo que no deja de tener sentido y ser en cierta forma verdadero pero que en este texto, lo cierto y verdadero, se entiende desde otra perspectiva. Como Fe que cada uno posee y lleva a cuestas o como su representación en flamas, el significante que usaré es el de imaginario.

Antes de entrar al último vértice del triángulo que representará la figura de misterio quisiera advertir que la posesión de la Fe es un hecho singular, particular. Es posesión pues se tiene o no, no existen “medias tintas” en este asunto y es singular puesto que cada cual se ha de representar (obviamente de acuerdo a una orientación común) la religiosidad. Creemos tener una misma representación de lo que nos figuramos pero la particularidad de cada uno, los puntos de referencia hacen que siempre esa representación sea particular. Que la simbolización acarrea la perdida de algo es un asunto que los lingüistas ya han constatado como un hecho que ocurre, y si se quiere profundizar en el tema se puede buscar entre las enseñanzas de Saussure

Tenemos, por tanto al Hijo como la carne, la sangre y de ello se deriva: la cosa, lo innombrable, la falta, lo Real; el Espíritu Santo como la representación que de la Fe se hace en cada uno, como la Fe cristiana que tiene su punto de capitón en cada cúspide de las iglesias y se instala y representa en cada miembro: Lo imaginario. Todo lo anterior no puede funcionar y por tanto, cumplir su función social, si no existe un orden, una disciplina que permita convivir con el próximo, que permita que las palabras y las cosas y quienes las portan se pongan de acuerdo. Debe haber alguien que nombre las cosas. Es decir, la ley, la palabra y aunque cuando se dice que el verbo se hizo carne es que por un periodo de tiempo la Ley estuvo entre nosotros (o vive entre nosotros)… ya le había dejado 10 leyes (mandamientos) a Moisés y el hijo trajo dos más, que en definitiva no son dos más, son dos que sintetizan al resto.

TRES

De esta forma el cosmos se ordena desde fuera hacia dentro, o desde la iglesia hacia las conciencias y tomado los conceptos lacaninos para la descripción de la psiquis, en este momento estoy en condiciones de sugerir que la santísima trinidad no es otra cosa que la psiquis del sujeto de la forma que sigue: Hijo – Real; Espíritu Santo – Imaginario; Padre – Simbólico.


Con todo, que se copie el ordenamiento de la Santísima Trinidad a los anillos lacanianos, nada se quiere decir acerca de la calidad de ese ordenamiento, eso es materia de otro ensayo. Por lo demás, es el ordenamiento propio de “ser humano”, de vivir en cultura.

martes, enero 03, 2006

Grosería y mofa institucionalizada

2 parroquianos

Hace un tiempo me anda dando vuelta una idea. No se si será muy descabellada y al contrario de los otros ensayos no tengo mucha documentación para afirmar esta hipótesis. A riesgo de ser simplista en el análisis, lanzo el tema, fundamentalmente, para provocar.

Entrémosle al asunto: creo que existen ciertas expresiones en los medios públicos virtuales que se traspasan a los espacios de relación privada, es decir, existe un influjo de cierto discurso público en conductas individuales y privadas. Concretamente me refiero, y que es motivo de mi preocupación, al menoscabo que se hace de ciertas formas de ser, de defectos físicos, razas o identidades étnicas que expresadas a través del chiste o el tratamiento de temas de la criminalidad, terminan amplificándose o reproduciéndose en la esfera privada para luego retornar al espacio público.

Hago la distinción del espacio público, del virtual público para indicar con el segundo al discurso que se transmite desde los medios de comunicación. Por discurso me refiero no sólo a la palabra hablada y escrita, también a las distintas formas de expresión del lenguaje (en su acepción lacaniana) y que contiene sentido, intención e ideología (en el sentido amplio de la palabra ideología y que va más allá de lo político partidario).

De esta forma, creo que el menoscabo que ocupa el espacio virtual, que ejemplificaré más adelante, sigue un circuito pernicioso para la tolerancia, y riesgoso para el diálogo con lo distinto. El circuito comienza su lance en el espacio virtual, sigue al espacio privado y se devuelve al espacio público (a secas) pero, en ese contexto, como un discurso que se distingue por su poca capacidad de tolerancia y mucha fuerza agresiva. Véase, por ejemplo, los gritos de un diputado aludiendo a la candidata presidencial de la concertación, a propósito de la discusión del cambio del sistema binominal la semana recién pasada. Por cuestiones obvias y de acuerdo al sentido que quiero transmitir no reproduciré esa frase.

Es usual ver en programas televisivos burlas o chistes a personas que poseen alguna discapacidad, apariencia física o, discursos que hacen escarnio público de estructuras de personalidad que escapan a la normalidad (psicóticos, psicópatas). Todas estas expresiones son problemáticas si se comprende que el televidente que observa podría poseer alguna discapacidad, apariencia o estructura de personalidad aludida y que es la sociedad la que juzga, por un crimen que no se ha cometido y tal vez no tenga existencia, y se estructura un show en torno a ello. Es normal encontrar que en los establecimientos educacionales los compañeros se burlen de los niños que son más gordos, más flacos, tiene la cabeza más grande o las orejas como paila. En ese contexto, es un grupo el que se mofa de esos “defectos” del aludido, pero distinta es la situación cuando a través de un programa de televisión se hace el mismo ejercicio burlesco. El mensaje para el aludido es, como se señalaba, que la sociedad toda (ya que existe el supuesto que todos miran y podrían compartir el discurso) es la que se burla de un sujeto que se convierte en una entelequia y que a esas alturas a cualquiera le podría caer el sayo.

Mucho más delicada es la situación cuando la referencia televisiva hace alusión y juzga desde una posición seudo psiquiátrica a quienes poseen una estructura de personalidad que cruza lo frontera de lo que entendemos por “normalidad”. Indudablemente un psicópata que viola o asesina o en general transgrede las leyes deberá estar encerrado tras las rejas o sometido a tratamiento (si se estima que existe posibilidad de cura). Otra cosa distinta es que se utilice como herramienta de sintonía, exacerbando el morbo, la historia de estos sujetos. Sobre todo si se consideran los efectos que podrían causar en quienes asisten a este tipo de espectáculo mediático.

Qué pasaría si del espacio científico se sacara la formula para hacer una bomba atómica o, se compartiera cual mercancía el DSM IV, sin contexto, aviso o advertencia en su uso y, sobre todo, sin la ética que corresponde a la preparación de los profesionales que usan esas herramientas. La cuestión podría ser bastante seria y se podría encontrar a maestros chasquillas tratando de construir la bomba atómica o centros artesanales de diagnóstico psiquiátrico en la casa de la vecina que se le ocurrió que ella podría hacerlo bien.

Entonces, después resulta que nos quejamos por la agresividad en los discursos públicos, de la excesiva violencia discursiva que transita sin filtro entre lo privado y lo público y viceversa. Otros dirán que no es un problema de los medios, sino de quien los consume y que los medios sólo cumplen que el rol de informar y entretener – (¿?) -, la cuestión es un poquito más compleja y comenzando de lo simple a lo más profundo, todo tiene una intención, un sentido o una cosmovisión y un ethos. Existen discursos objetivables y no objetivos, y cuando el problema es de un sujeto que interpreta mal un mensaje, entonces es un problema de quién lo escucha, pero cuando muchos interpretan de una determinada forma el mensaje, el problema es del mensajero y la responsabilidad del medio que da tribuna.

Por último, y a propósito de la contingencia, al caballero se la ha ocurrido tratar de tuerto a otros y ¿qué culpa tienen los tuertos?
En todo caso, no prentendo haber acabado el tema aquí.