martes, septiembre 06, 2005

Saber pedagógico

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El sabio busca la sabiduría;
el tonto la ha encontrado.
Georg Ch. Lichtenberg
Hace un tiempo me surgió la pregunta acerca de quién, para mí, es un tipo sabio. Luego de un par de giros, de ir y venir, llegué al lugar que corresponde. La característica de los sabios reside principalmente en que son personas a las que yo reconozco como tales, y las reconozco porque tienen ciertos saberes (y no necesariamente aquello que entendemos por inteligencia) en donde se combina el consejo fundado en la experiencia con lo que que se aprendió en el camino. La sabiduría involucra identificar aconsejar y actuar de acuerdo al ritmo que tienen las cosas; buscar la solución más equilibrada a los problemas donde los menos puedan ser afectados y los más resulten beneficiados.

En el diccionario de la Real Academia Española, la palabra sabiduría tiene tres acepciones:
1. f. Grado más alto del conocimiento.
2. f. Conducta prudente en la vida o en los negocios.
3. f. Conocimiento profundo en ciencias, letras o artes.

Las dos primeras acepciones hacen referencia a conductas y reconocimiento social. La sabiduría es algo que su portador no la identifica en sí mismo. Tal como lo sugieren las definiciones de la Real Academia, la sabiduría es algo que se reconoce en el otro y no es auto-referida. Las personas a las que recuerdo como sabias no andan por ahí diciendo que lo son, simplemente actúan en consecuencia.

Por tanto, la sabiduría se aloja en la identificación de un individuo al que se le reconoce como tal. Circula entre los sujetos y no se apodera del Yo de alguno de ellos y es necesario que circule, de lo contrario quedaría en el plano del mero conocimiento. Volviendo a las dos primeras acepciones, se señala: grado y conducta y, en la tercera acepción, alguien debe ser el que asigne al sujeto el adjetivo de profundidad en el conocimiento de una materia. En definitiva, siempre hay un otro que nombra.

También se puede encontrar la sabiduría en sujetos sociales, como el “saber popular”. Es decir, existe un imaginario que instala en esa entelequia, producto del saber adquirido de la práctica permanente y del reconocimiento de las enseñanzas que entrega el obrar, una saber que trasciende a la persona pero que necesita, siempre, del nombramiento del alguien para su existencia. Por tanto, no hay sabio si no se lo nombra; no hay saber popular si no se lo reconoce.

¿Puede un gremio ser catalogado como sabio?, o ¿puede identificarse algo como el Saber Pedagógico? Me parece que no.

¿Que opinan Uds.?

Por mi parte, recogeré sus comentarios (si los hay) para dar forma a la segunda parte de este tema
Los docentes, entendidos como un sujeto social que cumple una función, también social, al interior del sistema cuentan con un cúmulo de conocimientos y habilidades que les permiten desempeñarse para las funciones que se ha preparado. Igual como otros oficios, poseen un reconocimiento que los legitima en el propósito para el que se han preparado: enseñar.
Todas las profesiones del mundo moderno deben acreditar los conocimientos respectivos a la especificidad de sus tareas y cuando las personas adquieren el estatuto de profesionales significa que la sociedad los ha validado para ejercer como tales. Por tanto, lo que se ostenta desde cada profesión son conocimientos y habilidades específicas. El saber, sin embargo, y como se señala en la primera parte de este ensayo, se ubica en la esfera de las conductas, relaciones con otros o, en el caso de sujetos sociales, en la esfera del reconocimiento a una entelequia social sobre algún tema específico basado, fundamentalmente, en la experiencia. Así, por ejemplo, podemos encontrar un saber popular referido a las condiciones climáticas en un tiempo y espacio definido, fundamentado en el movimiento de los vientos, la forma de las nubes, la obliteración de la luz solar en el ocaso como efecto del filtro atmosférico que actúa como distorsionador; o, acerca de las propiedades medicinales de ciertas hierbas. Lo que tiene en común estos ejemplos es un saber que se basa en la experiencia de los resultados obtenidos a partir de la observación (al día siguiente llueve en la zona acerca de la que se hizo el pronóstico climático o, las heridas son sanadas como efecto de las propiedades cicatrizantes de determinada hierba) pero, no necesariamente se conoce cuales son los componentes de las hierbas o de la presión atmosférica. A fuerza de la experiencia se ha podido reconocer en esos fenómenos ciertas características que permiten avizorar un futuro próximo. Dependiendo de dónde se encuentre ese saber (ej.: saber popular o alguien sabio) será nombrado como tal por los resultados que obtiene en su predicción o recomendación respecto de determinados hechos. En cualquier caso, se refiere a la experiencia, pero porque algo sucede. Se refiere a conexiones que hace un individuo respecto de los síntomas o condiciones de un fenómeno que se prevé con lo que sucede efectivamente más tarde. La sabiduría es la base para el conocimiento moderno, sin embargo no son lo mismo ya que, regularmente, la sabiduría carece de método (reconocido) que es lo que distingue al conocimiento que se alcanza a través de la ciencia. Finalmente, y si el ánimo de agotar el tema, el método se encuentra reconocido socialmente y es posible de alcanzar por cualquier persona de acuerdo a las condiciones que ofrece el mercado (en este caso, de la educación). En esas condiciones un gremio, profesión o técnica puede alcanzar el conocimiento necesario para el ejercicio de su oficio, pero el saber, entendido como sabiduría, es alcanzado por algunos a partir de la observación del entorno circundante y, siempre, que sea reconocido por otros. Por tanto, habrá profesores que sean sabios, que poseerán saber pedagógico, pero de ahí a señalar que existe un saber pedagógico, ese es otro cuento.